Cada año, se producen en España 1000 nuevas lesiones medulares traumáticas, de las cuales más de la mitad tienen como causa accidentes de tráfico. El resto se debe a caídas, golpes, lesiones deportivas o accidentes, destacando los producidos por zambullidas en el agua, que aumentan en los meses de verano. A lo que hay que sumarle un 30% más producidas por enfermedades y procesos médicos, siendo las primeras más frecuentes en hombres e igualándose en ambos sexos las segundas.
La médula espinal es el canal que conecta el cerebro con las diferentes partes del cuerpo y por el que este recibe la información sensorial (tacto, dolor, temperatura, postura) desde la piel y los diferentes sistemas corporales (circulatorio, respiratorio, musculoesquelético…); y envía información motora a través de las raíces nerviosas y nervios que salen de ella y que forman el Sistema Nervioso Periférico (SNP), que también es responsable de controlar funciones involuntarias del cuerpo (respiración, flujo sanguíneo, digestión) y producir las respuestas motoras reflejas.
Los síntomas de las lesiones medulares dependerán del nivel en el que se ha producido la lesión y esta puede darse en la columna cervical, donde se pierde el movimiento y las sensaciones de las 4 extremidades, a lo que se le llama tetraplejia, y se afectan funciones básicas como la respiración; en la columna dorsal, donde se suele mantener las funciones de los brazos y se ve afectada la movilidad y la sensibilidad de las piernas, lo que se denomina como paraplejia; en la zona lumbar, que son las menos complejas y las que producen menos complicaciones, se puede caminar con ayudas técnicas y mantienen la independencia funcional. Estos síntomas también varían dependiendo de si la lesión es completa, donde se verá afectada la parte motora y la sensitiva por completo por debajo de la lesión; o parcial, que dependiendo de las fibras nerviosas dañadas, afectará a la sensibilidad o al movimiento en mayor o menor medida.
La rehabilitación especializada es imprescindible en los casos de lesión medular. La médula espinal, al igual que el cerebro, muestra capacidad de recuperación y regeneración, conocido como capacidad plástica. Dicho proceso comienza desde el momento en el que se produce la lesión y se realiza una evaluación exhaustiva de las necesidades, posibilidades de mejora y posibles complicaciones.
Las más frecuentes suelen ser de tipo respiratorio, circulatorio, intestinales, de vejiga, en la función sexual y reproductiva y la aparición de dolor neurógeno. A nivel muscular se puede dar espasticidad o aumento patológico del tono muscular, que impide la movilización normal de las articulaciones; o flacidez o disminución del tono muscular en el que la musculatura está blanda y no presenta ningún tipo de resistencia a la movilización. Esto se da en la musculatura que queda por debajo de la lesión y el grado depende de cómo sea ésta. En este punto, la fisioterapia se centra en evitar complicaciones de tipo respiratorio y circulatorio y la aparición de zonas de presión y del manteniendo de la musculatura mediante movilizaciones pasivas y cambios posturales que se realizan en la cama. Una vez pasada la fase aguda y haya una consolidación de la lesión, comienza el proceso de rehabilitación, donde se evalúa el alcance real y las posibilidades de tratamiento.
La fisioterapia, como parte del equipo de rehabilitación, utiliza diferentes técnicas de intervención:.
Tratamiento postural: cuyo objetivo tratar de evitar o reducir al máximo posible las complicaciones por malas posturas en la cama o en la silla.
- Cinesiterapia: realización de movilizaciones que pueden ser pasivas, el fisioterapeuta realiza el movimiento las articulaciones afectadas; pasivo-asistidas en las que existe colaboración del paciente en el movimiento; y activas donde el paciente realiza por sí mismo el movimiento. El objetivo es evitar la aparición de rigideces o deformidades en la musculatura y articulaciones afectadas y aumentar la fuerza y la resistencia en las que no lo estén. También se realizan diferentes ejercicios y técnicas en los que se busca una reeducación o mejora de ciertos aspectos como el equilibrio, el control postural, la bipedestación, la marcha, las trasferencias y la independencia funcional.
- Hidroterapia: la inmersión en el agua produce una relajación y disminución del tono de la musculatura que, unido a la flotación, hacen posible la realización de ciertos ejercicios que fuera del agua no lo son. Además, la temperatura del agua juega un papel fundamental.
- Nuevas tecnologías: como cintas de marcha con suspensión parcial del peso corporal, en las que se realiza una reeducación de la marcha, generando la activación de patrones de marcha a nivel central. En muchos casos sin este tipo de ayudas, la reeducación de la marcha sería muy complicada o imposible.